jueves, 13 de septiembre de 2012

VIANA DO CASTELO



Puede que lo que más recordéis de Viana, sea las vistas desde el Monte de Santa Lucía. Así como lo que os he contado sobre las fiestas de Nuestra Señora de la Agonía, una de las romerías más bellas y famosas de Portugal. Una explosión de color y alegría que nadie debe perderse. Lo malo es que son en agosto y nosotros estuvimos en junio.



Fue fundada en el s. XIII por Afonso III.
El mar siempre ha sido su razón de ser: llegó a tener 70 navíos de mercancías y, en la época de los Descubrimientos (s. XV y XVI), de los astilleros de Viana partieron las naves, las carabelas, hacia las rutas de las Indias y de las Américas, que regresaban cargadas de azúcar, palo de brasil, marfil y otros objetos preciosos exóticos.





A mediados del s. XX se construyó una flota bacaladera en los astilleros de Viana do Castelo para la pesca del bacalao en los mares del norte. Un vianense, João Álvares Fagundes, fue el pionero en la navegación en Terranova, en el Atlántico norte. Sin saberlo, abrió el camino al culto de las diversas formas de comer bacalao en Portugal.




Hasta el s. XVI, el burgo fue exclusivo del pueblo, sin que pudiera instalarse aquí la nobleza.



Cuando, por fin, les abrieron las puertas, Viana se enriqueció con palacios blasonados, iglesias y conventos, fuentes y fontanales que constituyen una herencia patrimonial notable, digna de visita.
En 1848 la reina D.ª María II elevó Viana a ciudad con el nuevo nombre de Viana do Castelo.



Ciudad bonita, extrovertida y alegre, Viana do Castelo ha sabido conservar la riqueza de sus tradiciones de raíz popular.


El puente que une las márgenes del Limia es obra de Gustave Eiffel: el tablero superior rodoviario y el inferior ferroviario.